Hoy me llevé una inevitable sorpresa cuando, al estar conectada al messenger, veo que entra uno de mis primitos de Boston. Este chiquitín en cuestión, y si mal no recuerdo, no debe tener más de 14 años y hasta el último día, antes de irme para siempre, pude percibir su alegría, infantileza, sus ganas de vivir y sentir.
No sé que habrá sucedido en este año y medio, ignoro por completo qué ha hecho, o qué no ha hecho en el cotidiano transcurrir de los días en aquel pueblito en donde vive, que en nada se asemeja a la grande y cosmopólita Boston. No sé, porque no se me ocurre una razón congruente por la cual un pequeño haya podido cambiar su tradicional frase del messenger, "Colombiano en Massachussets...de corazón", por ésta:

AMOR: Palabra de cuatro letras, dos vocales, dos consonantes...y dos Idiotas!!

Recuerdo que más o menos a su edad, me enamoré por primera vez, del que un tiempillo después sería mi primer novio. Recuerdo que un año y medio después rompimos, lo recuerdo porque en mi piel aún está impregnado el aroma del primer beso, del primer te quiero. Tuvieron que pasar casi diez años para ver, para resignarme a que el amor no es como lo pintan, sencillamente porque no se puede pintar.
Sé y me consta que los niños son nuestros maestros, nos enseñan, o más bien nos recuerdan, como volar bien alto sin aterrizar luego de narices, pero no logro comprender esta nueva lección. Creo que tendré que estudiar más....