EN FORMA CON EL RETIRO

Una de mis nuevas resoluciones (aunque se burlen quienes me han oído decirlo mil ochocientas veces), es ponerme en forma para recibir el invierno con algunos kilos menos. Ahora sin trabajo, pero con la cuenta bancaria pidiendo a gritos comida, hay tiempo pero no dinero.

El gimnasio descartado, las clases de yoga y pilates peor aún. Así que decidí dedicar dos horas diarias de mi vida de desempleada a ejercitarme en el retiro. Hoy fue mi primer día y la verdad, debo decir, fue increíble. Con perdida incluida, típica de una despistada como yo, fueron dos horas de paseo y recuperación pulmonar.

Caminaré unos días, luego a trotar y después, si resiste mi cuerpo machacado por el tabaco y el sedentarismo, empezaré a correr.

Buena rutina, recomendable, mientras se busca trabajo. Cuando la rutina laboral vuelva, ya veremos.

DE VUELTA AL SUELO

Si, un mes caminando en las nubes me sirvió para volver al piso con más fuerza que nunca, feliz de lo que soy y lo que tengo, convencida de que le quiero y que me quiere y con el recuerdo color canela del sol de la mañana en mi piel. Desafortunadamente, también regresé con la nostalgia de unos ojos pequeños que no volverán a verme, que se cerraron lentamente a kilómetros de distancia, y que no tuve la oportunidad de besar por última vez.