TARTA DE CUMPLEAÑOS

Para Mariana no solo era una tarta, la tarta de su cumpleaños. Para Mariana, era el escenario repetitivo de sus sueños. La masa era el bosque, la crema, el suave césped, las siete velitas, siete viejos robles que inundaban el jardín con su frescor y aroma a nochebuena; la figura pintada en relieve sobre la crema era ella y la fresa achocolatada del medio era el príncipe rojo con quien bailaba el vals junto al estanque.
No, para ella era más que una tarta, su tarta de cumpleaños, era su propia historia de hadas y duendes. Por eso, no lo dudó ni un instante; hundió su cara en él, casi hasta el fondo y se quedó ahí, inmóvil hasta que le faltó el oxígeno. Fue feliz, por primera vez sintió que se comía el mundo de un solo mordisco.